jueves, 19 de abril de 2012
Microrelato.
Otra vez sonaron esos malditos ruidos. El continuo repiqueteo parecido al ruido que hace una canica cayendo contra el suelo le ponía nervioso. El ruido cesó. Sus pasos se hicieron dueños del incómodo silencio que se apoderaba de la sala. Se paseaba por ella nerviosamente sin poder evitar mirarla por el rabillo del ojo. Ella yacía en el suelo. Su pelo caía sobre sus hombros. Él se acercó y se situó en frente suya. Desde allí pudo ver aquella mirada apagada que se perdía en el horizonte. Guardó el cuchillo y posó un delicado beso sobre su frente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario