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jueves, 17 de enero de 2013

Y sigo aquí.

A cada paso que doy siento que me derrumbo aún mas. Pero luego paro, recapacito. Comienzo a caminar de nuevo, por otro camino. Pero vuelve a ocurrirme lo mismo. Otro paso en falso, otro y otro más. Y siento que desfallezco, me canso. No encuentro mi sitio. No encuentro nada que se me de bien. Ya no se que hacer. ¿Cómo continúo? Estar encerrada en mi habitación es inútil, las ideas siguen traspasando las paredes y taladrándome la mente. Los días pasan, las semanas... los años... y sigo sin encontrar mi camino. Un lugar donde esté a gusto, donde me pueda desahogar a mi manera. Lo quiero, lo necesito.
Quiero cantar, o gritar.  Y que nadie me oiga o si... no se, quizás. No hay otra forma de la que pueda desahogarme. Y luego toda esa gente que lo hace tan bien, que tiene su sitio en alguna parte. Me da envidia. Quiero identificarme con algo o con alguien, como ellos. No quiero suplicar, quiero que me acepten y que me valoren, que se identifiquen conmigo, y yo con ellos. Ahorrarme estos discursos y poder decirlo con una mirada, después un abrazo y puede que algunas lágrimas. O decirlo a través de una canción acompañada por un piano o una guitarra... decirlo sin que me cueste la vida o sin miedo a preguntas inapropiadas. No quiero dedicarme a la música, quiero vivirla, quiero sentirla. 


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